T.S. Eliot claramente se traía algo entre manos cuando hizo la pregunta: “Si no sales de tu mente, ¿Cómo puedes saber que tan lejos puedes llegar?”
El acto mismo de dar un paso fuera de la zona de confort es fundamental para tu éxito y bienestar.
Nuestros cerebros están diseñados de tal manera que es difícil reaccionar hasta que sentimos al menos un poco de estrés y malestar. De hecho, la cumbre de nuestro funcionamiento ocurre cuando se está fuera de la zona de confort. Si estás bastante cómodo, tu rendimiento resiente la falta de acción, y si llegas demasiado lejos fuera de tu zona de confort, sucumbirás ante el estrés.
La cúspide del funcionamiento y el malestar van de la mano. Salir de la zona de confort te hace mejor, sin embargo, tampoco debe ser algo tan extremo como escalar el Everest. Son los retos del día a día los que te llevan al límite, ninguno de los cuales requiere de un viaje a Nepal. Sal de tu zona de confort y acepta estos retos.
Levantarse temprano. A menos que seas una persona mañanera, despertar más temprano que de lo normal puede sacarte de tu zona de confort. No obstante, si te levantas sintiéndote bien antes de comenzar a alistarte para el trabajo, está funcionando. Esto te dará la oportunidad de recolectar tus ideas y prepararte mentalmente para el día que tienes por delante, en lugar de saltar de una actividad a otra, además te brinda la oportunidad de tener un buen desayuno y realizar ejercicio, es bien sabido que ambos son buenos para la salud.
Lograr una meta “imposible”. Pocas cosas se comparan con la emoción de lograr algo que pensabas no eras capaz de hacer. Aunque parezcan imposibles, estos retos no están tan lejos de tu zona de confort. Pueden ser desde correr un maratón, o bien, dar un discurso en una convención. Estos logros valen cada pisca de sufrimiento que debes soportar, porque una vez que los alcanzaste, te sientes invencible y llevaras siempre contigo ese triunfo.
Meditar. Es muy sencillo estancarse en la zona de confort cuando eres una persona tan ocupada que no te detienes lo suficiente a pensar realmente que es lo que estás haciendo y porque lo estás haciendo. La meditación es una excelente manera de romper con este ciclo, de igual forma, resulta muy bueno para el cerebro. Sara Lazar, neurocientífica de Harvard, descubrió que la meditación logra importantes cambios físicos en tu cerebro. Aumenta la densidad cerebral en las áreas responsables del autocontrol, el enfoque, la resolución de problemas, flexibilidad y resistencia. Lo mejor de todo es que estos cambios son duraderos.
Enfocarse en una cosa a la vez. Concentrarse en una actividad a la vez es un gran riesgo, el riesgo es fracasar ante algo en lo que pusiste todo de ti. Por ese motivo es tan incómodo. La alternativa, “la multitarea” que es la asesina de la productividad. Un estudio realizado en Stanford, confirmó que la multitarea es menos productiva que el hacer una sola cosa a la vez. Los investigadores encontraron que las personas que son bombardeadas regularmente con varios flujos de información electrónica no pueden poner atención, recordar información o cambiar de una actividad a otra, así como lo hacen aquellos que completan una tarea a la vez.
Cuando intentas hacer dos cosas a la vez, tu cerebro no tiene la capacidad para llevar a cabo ambas tareas con éxito. Cuando abarcas demasiado y vas tras cada cosa brillante, todo lo que te llama la atención, te estás perdiendo de una importante oportunidad para el crecimiento personal.
Hacer voluntariado. Sería maravilloso si todos practicaran el voluntariado por motivos puramente altruistas, pero todos tenemos exigencias de nuestro tiempo y deben establecerse prioridades. El problema es que después de un largo día de trabajo, es posible que el voluntariado te lleve a ver videos “epic fail” en YouTube. El voluntariado es una experiencia poderosa y satisfactoria, si bien, al mismo tiempo, expande tu camino. ¿Alguna vez has conocido a alguien que haga del voluntariado una prioridad y que su experiencia lo haya llevado a algo mejor? Yo tampoco.
Hablar en público. Seguramente has escuchado que la mayoría de las personas le temen más al acto de hablar en público que a la muerte. De hecho, el 74 por ciento de la población americana sufre glosofobia (palabra que se inventó para el miedo causado por el acto de hablar en público). Así que claro, es todo un reto, pero lo vale. Sí te encuentras frente a una mesa de cinco personas o ante una audiencia de cinco mil, convertirte en un buen orador puede ser algo muy bueno para tu carrera.
Conversar con alguien desconocido. A menos que seas una persona extrovertida o político, hablar con desconocidos puede resultarte incómodo. Hazlo de todos modos. La interacción social es buena para tu estado de ánimo (aun cuando no te agrade), expande tu mente, exponte ante nuevas ideas y aumenta tu confianza.
Morderte la lengua. Por supuesto que se siente bien explotar con alguien y dejarle saber lo que piensas en realidad, pero esa satisfacción es temporal. ¿qué ocurre al siguiente día, o el siguiente mes, o el siguiente año? Está en la naturaleza humana querer demostrar que se tiene la razón, pero es raro que se obtengan buenos resultados de esto. Durante la discusión, las emociones incontrolables te hacen plantarte ante una clase de lucha, misma que puede llegar a dañar cualquier relación. Cuando tienes la capacidad de ver y actuar ante tus emociones, puedes elegir con sabiduría tus batallas, y responder solo cuando lo amerite. En su mayoría, significa, morderte la lengua.
Decir que no. Un estudio realizado en la Universidad de California, en San Francisco, mostró que cuanto más difícil te sea decir que no, más propenso eres a padecer estrés, agotamiento e incluso depresión. Decir que no, de hecho, es un reto mayor para muchas personas. No, es una palabra poderosa, la cual no deberías temer usar. Cuando es tiempo de decir que no, evita frases como: No creo que pueda, o, no estoy seguro. Decir que no a nuevos compromisos le da su lugar a los actuales, y te brinda la oportunidad de cumplirlos con éxito. Cuando aprendes a decir que no, te escapas de restricciones innecesarias, y tu energía y tiempo son libres para hacer las cosas importantes de tu vida.
Dejar de aplazar las cosas. El cambio es difícil. La superación personal lo es también. Tener las agallas para ir por aquello que quieres es duro, así como el trabajo que debe hacerse para que esto ocurra. Cuando las cosas son difíciles, siempre es más fácil decidir qué hacer con ellas mañana. El problema es, que el mañana nunca llega. Decir que las vas a hacer mañana es solo una excusa, y significa que, en realidad no quieres realizarlas o que esperas que los resultados lleguen sin el trabajo duro que viene junto con ellas.
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