3 PASOS PARA CAMBIAR TUS MALOS HÁBITOS


Mucho de lo que nos pasa en un día es resultado de viejos patrones de conducta que funcionaron para nosotros en el pasado -de hábito versus elección, de reacción versus pensamiento consciente, de intuición versus intención.
Piensa en las miles de elecciones que tomas durante una jornada. ¿Qué porcentaje de las decisiones que tomas todos los días es de forma consciente? ¿Con qué tanto cuidado piensas en las metas e intenciones de cada elección?
Los hábitos no tienen nada de malo. Sin ellos no sobreviviríamos durante el día. Trata de pasar un día entero pensando detenidamente en cada decisión que has tomado. Te agotarás mentalmente. La habilidad está en comprender que los patrones ya no sirven para las necesidades actuales y que los nuevos comportamientos traerán mayores beneficios.
Una vez trabajé con la directora de una empresa que parecía ser una gran líder. Era muy exigente con ella misma y su equipo. Su intención era crear un ambiente de innovación, pero su forma de guiar hacía que los otros tuvieran miedo de no ser perfectos. Les dijo a sus empleados que valoraba que pensaran fuera de la caja, pero cuando surgían nuevas ideas se involucraba demasiado con los detalles y resaltaba los obstáculos.
Su manera de pensar truncaba la creatividad de su equipo y creaba una atmosfera más formal. Cuando se dio cuenta de esto cambió su comportamiento. Seis meses después la organización cambio por completo. El resultado: múltiples ideas innovadoras surgieron y la empresa avanzó.
La habilidad para comportarse de una nueva forma tiene que ver con la disciplina y la atención. Cualquiera que busque cambiar pasará por estas tres fases de crecimiento:
1. Conciencia. Es el principio de cualquier cambio. Antes de que puedas cambiar, debes tener una comprensión cognitiva de lo que intentas cambiar y la razón. Examina tus metas y considera tu comportamiento. Pide retroalimentación y escucha atentamente. Después elige conscientemente qué cambios te regresarán una mayor inversión y ve tras eso primero.
2. Integración. Este salto es difícil de hacer y es el que provoca mayor frustración. Por ejemplo, cuando estás a dieta. Aunque tu cerebro tenga clara la meta de que vas a perder peso, tal vez sin pensarlo vas a tomar la bolsa de chocolates sin importarte lo que te diga el cerebro.
Cuando estás bajo mucho estrés es fácil que retomes antiguos patrones porque te hacen sentir cómodo/a. De acuerdo a un estudio del European Journal of Social Psychology, cometer errores ocasionalmente no suele impactar en la formación de un nuevo hábito. No tienes que regresar al principio cada vez que caigas, sé persistente.
3. Realización. Es sobre consistencia con el tiempo. El crecimiento es un proceso no un evento. Una investigación muestra que te toma un promedio de 66 días para que un comportamiento sea automático pero puede tomar hasta ocho meses. La consistencia tiene un efecto compuesto. Entre más te comportes de cierta manera la conducta seguirá, sé paciente.
El cambio exitoso es cuestión de elección y consistencia, reconociendo un reto u oportunidad. No es fácil, pero está dentro de tu control. Pregúntate a ti mismo: ¿qué quiero lograr? ¿quién quiero ser como líder? ¿qué me tomará llegar ahí? Reconoce que todo lo que haces puede reforzar o distraerte de tus metas. Cada momento es una elección.

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