Un niño le dice a un policía:
– Policía, policía, allá hay una pelea desde hace media hora.
El policía le dice:
– Si dices que la pelea es desde hace media hora, ¿por qué no me avisaste antes?.
El niño responde:
– ¡Porque mi papá estaba ganando!.
– Policía, policía, allá hay una pelea desde hace media hora.
El policía le dice:
– Si dices que la pelea es desde hace media hora, ¿por qué no me avisaste antes?.
El niño responde:
– ¡Porque mi papá estaba ganando!.
Un hombre va por la carretera conduciendo y de repente lo detiene la policía:
– Buenos días señor, lo hemos estado vigilando desde que pasó el último pueblo, y hemos observado que respeta todas las normas, se detiene en todos los semáforos, y conduce correctamente. Tráfico ha puesto un premio al mejor conductor y se lo vamos a dar a usted.
– No, pero si yo no tengo permiso de conducir, – dice el conductor -.
A lo que responde su mujer:
– No le haga caso, que está bebido.
Y la suegra comenta:
– No, si ya sabía yo que con un coche robado, no íbamos a llegar muy lejos.
– Buenos días señor, lo hemos estado vigilando desde que pasó el último pueblo, y hemos observado que respeta todas las normas, se detiene en todos los semáforos, y conduce correctamente. Tráfico ha puesto un premio al mejor conductor y se lo vamos a dar a usted.
– No, pero si yo no tengo permiso de conducir, – dice el conductor -.
A lo que responde su mujer:
– No le haga caso, que está bebido.
Y la suegra comenta:
– No, si ya sabía yo que con un coche robado, no íbamos a llegar muy lejos.
Van dos monjas en una moto y atraviesan una curva en la que todo el mundo se la pega, y les para un policía que les dice:
– ¿Cómo es que no se la han pegado?.
A lo que las monjas le contestan:
– Es que Dios está con nosotras.
Y el policía les replica:
– ¡Multa por ir tres en la moto!.
– ¿Cómo es que no se la han pegado?.
A lo que las monjas le contestan:
– Es que Dios está con nosotras.
Y el policía les replica:
– ¡Multa por ir tres en la moto!.
En una ciudad pequeña, un agente de tráfico detuvo a un joven conductor que iba a gran velocidad por la calle principal. El joven empezó a protestar:
– Señor agente, déjeme que le explique.
– ¡Silencio!. Lo retendré hasta que regrese mi jefe.
El muchacho insistía:
– Pero señor oficial de policía, escúcheme, tengo prisa.
El agente replicó:
– ¡Cállese!. ¡Ahora mismo, a la cárcel!.
Varias horas después, el guardia fue a ver al detenido y le dijo:
– Ha tenido usted suerte, el jefe asiste a la boda de su hija, cuando regrese estará de buen humor y seguro que le perdona.
– No esté tan seguro – replicó el joven -, ¡yo soy el novio!.
– Señor agente, déjeme que le explique.
– ¡Silencio!. Lo retendré hasta que regrese mi jefe.
El muchacho insistía:
– Pero señor oficial de policía, escúcheme, tengo prisa.
El agente replicó:
– ¡Cállese!. ¡Ahora mismo, a la cárcel!.
Varias horas después, el guardia fue a ver al detenido y le dijo:
– Ha tenido usted suerte, el jefe asiste a la boda de su hija, cuando regrese estará de buen humor y seguro que le perdona.
– No esté tan seguro – replicó el joven -, ¡yo soy el novio!.
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