Por Esteban Correa
Las fuerzas espirituales de maldad están sometidas al nombre de Jesús, y como hijos de Dios podemos usarlo para vencer. Ahora declaramos que toda maldición es cortada y las bendiciones del cielo se derraman en abundancia sobre tu vida y familia.
En Efesios 6:12 dice: “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales”.
Es muy importante que entendamos que muchas de las cosas que suceden tienen un trasfondo espiritual. La biblia nos enseña que nuestra lucha no es precisamente con personas, sino con los poderes de maldad que actúan por detrás. Dios nos entregó armas espirituales que son capaces de destruir ese poder opositor.
La oración, el uso de la palabra de Dios y el entrenamiento espiritual, impartido por aquellos que han alcanzado madurez, nos dan ese conocimiento que nos permite derribarlo. Debemos batallar en oración y recordar que como hijos de Dios tenemos autoridad sobre este reino de maldad, y podemos declarar que en Cristo somos más que vencedores, que Dios es nuestro protector y que hemos sido limpiados por la sangre de Cristo de todo pecado.
Que Jesús es Rey de reyes y señor de señores y que en su nombre podemos ordenar a las huestes de maldad que retrocedan y se aparten de nuestra vida para mantener al enemigo siempre bajo nuestros pies.
Hagamos juntos esta oración:
“En el nombre de Jesús le ordeno a toda hueste de maldad y a todo espíritu opresor que se aleje de mi vida y mi familia. Corto todo lo que quiere atarme, declaro que la victoria de Jesús reinará en mi vida, porque Él es rey de reyes y Señor de Señores. Amén”.
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