LA PUREZA DEL CORAZÓN

Quiero, pues, que en todas partes los hombres oren, levantando las manos al cielo con pureza de corazón, sin enojos ni contiendas. (1 Timoteo 2:8 NVI).
¿Piensas que hay un lugar adecuado y una forma específica para practicar la oración? He escuchado a personas decir que tal o cual postura es la más adecuada para orar. Otros creen que el mejor lugar para orar y comunicarse con Dios es dentro de las paredes de una iglesia. El versículo de hoy nos enseña algo importante. Esta enseñanza no tiene
que ver ni con posiciones ni con tiempo u espacio ideal para orar. Dios hace énfasis en la condición de nuestro corazón. Un corazón puro pude llegar y atravesar los cielos mediante lo oración.
Un corazón quieto, limpio que no abriga rencor ni malicia hacia los demás es el que obtiene la atención del Padre. Quitemos la ira, la contienda, la falta de perdón, el orgullo de nuestro corazón y preparémonos para tener las respuestas que por años perseguimos pero nunca obtuvimos. Cuando te acercas a Dios, el no mira tu postura o en qué lugar estas, sino la condición de tu corazón. Si esa condición agrada al Señor, puedes tener la seguridad que tu oración será oída y tendrás grandes respuestas.
La postura, el lugar y el lenguaje utilizado para orar ¡nunca serán más importantes que la pureza de nuestro corazón!
Oremos juntos así:
«Padre celestial gracias porque puedo acercarme a ti en todo tiempo y lugar. Este es un buen momento para buscarte. Entiendo que la pureza de mi corazón es lo más importante para ti. Si hay ira, rencor, orgullo o falta de perdón en mi, te pido misericordia. Si he hablado mal de otras personas, si he herido a mis semejantes o familiares con palabras duras o con hechos y actitudes, te pido perdón. Muéstrame si hay impurezas o cosas que no te agradan de mí y ayúdame a quitarlas. Purifica mi corazón. Recibo esa limpieza profunda en mí ser. Tu sangre me ha limpiado de todo pecado. Ahora tengo comunión contigo y puedo acceder a tu presencia con libertad, sé que tus oídos están atentos a mi oración y te agradezco por ello. Pido creo recibo y declaro todo esto y mucho más, en el nombre  maravillosos de Jesús, amen».

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