NO TE DES POR VENCIDO


Debemos confiar que la Palabra de Dios es lo que nos sacará adelante en medio de cualquier circunstancia. A todos nos dan ganas de rendirnos cuando la situación se pone difícil, pero debemos encontrar esperanza en Sus promesas. La Biblia nos narra cientos de historias en donde lo que el Señor dijo se cumplió a pesar de la adversidad. ¡Creamos que Su fidelidad no tiene fecha de caducidad!
Los problemas jamás nos van a separar del amor de nuestro Padre.[1] Cada vez que se cierra una oportunidad en nuestra vida es porque Él quiere abrir una nueva. Las dificultades pueden provocar que percibamos cierta ausencia de Dios, pero debemos confiar en que Él permanece con nosotros en todo momento.
Sin importar que atravesemos tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez y peligro, confiemos en que somos más que vencedores por medio de Cristo Jesús.[2] Tengamos la seguridad de que, a pesar de los problemas, Él nos dará la victoria. Podremos experimentar la peor temporada de nuestra vida, pero debemos estar seguros de que Él nos ama.[3] Su amor jamás estará condicionado a la circunstancia que estemos viviendo.
Existen dos realidades: la que percibimos con nuestros sentidos y la que nos trae Su Palabra. Vivir por fe garantiza nuestra victoria en cualquier área. Creer en lo que no vemos es la forma de vencer la adversidad.[4]
La Palabra del Señor es la que nos ayuda a vencer al enemigo.[5] Confiemos en que Sus promesas se cumplirán. No importan los problemas que enfrentemos, tenemos el triunfo asegurado. Sin importar en qué circunstancias nos encontremos, tengamos la seguridad de que Dios está con nosotros. Él no se aleja cuando vienen los problemas.[6]
El Señor no le dijo a Josué lo que iba hacer, sino lo que ya había hecho.[7] Dios es atemporal, por eso cuando nos habla de nuestro futuro a veces se expresa en tiempo pasado, pues para Él, eso que nos está diciendo ya sucedió. Todo lo que le estamos pidiendo, Él ya lo hizo y solo es cuestión de tiempo para verlo materializado. ¿Por qué nos vamos a dar por vencidos, si Él ya venció? El Señor peleó la batalla por nosotros y nos hace parte de Su victoria. 
El poder para vencer viene de Dios. Nosotros solo somos el canal por el cual Él se manifiesta. Por más defectuosos que seamos, Él habita dentro de nosotros. Su presencia nos debe llenar de paz y confianza en medio de cualquier situación. Podemos estar en crisis, pero Él siempre nos dará paz, soluciones y Su compañía para que logremos alcanzar la victoria.[8] ¡Somos más que vencedores en aquél que nos amó!
Los problemas nos preparan para el cumplimiento del propósito de Dios. Poner la mirada en lo eterno nos da otra perspectiva de las cosas temporales que experimentamos.[9] Podemos afrontar cualquier adversidad con la confianza de que Él nos dará las fuerzas para vencer.[10]

[1] Romanos 8:35: ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
[2] Romanos 8:36-37: Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
[3] Romanos 8:38-39: Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
[4] 1 Juan 5:4-5: Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
[5] 1 Juan 2:13-14: Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al maligno. Os escribo a vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre. Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno.
[6] Mateo 28:18-20: Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
[7] Josué 6:1-4: Ahora, Jericó estaba cerrada, bien cerrada, a causa de los hijos de Israel; nadie entraba ni salía. Mas Jehová dijo a Josué: Mira, yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey, con sus varones de guerra. Rodearéis, pues, la ciudad todos los hombres de guerra, yendo alrededor de la ciudad una vez; y esto haréis durante seis días. Y siete sacerdotes llevarán siete bocinas de cuernos de carnero delante del arca; y al séptimo día daréis siete vueltas a la ciudad, y los sacerdotes tocarán las bocinas.
[8] 2 Corintios 4:7-9: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos.
[9] 2 Corintios 4:16-18: Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
[10] 1 Pedro 5:10-11: Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.

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